viernes, 28 de abril de 2017

Una Alcalá de Henares que se desvanece III:

Carteles, letreros, callejeros... Todos ellos son testigos del paso del tiempo. Muestran grietas, desconches y pintura descolorida pero también muestran un pasado en que las cosas se hacían con calma, dedicación y a mano. No había metracrilato sino madera, impresión láser sino pulso firme, no se hacían a miles por encargo sino que se hacían mano a mano y uno por uno. Sencillamente.


Quizás es nostalgia por el pasado o quizás otra cosa. Lo que tengo claro es que estos elementos, supervivientes de una modernidad ciega que lo fagocita todo sin pensar en la importancia del ayer, deberían pervivir con la ley en la mano y sin miedo a desaparecer en nuestras calles de la misma manera que lo hacen esculturas y monumentos. Ejemplos y enseñanzas que no cuesta nada respetar, mantener y que siempre suman a favor de nuestro bagaje cultural como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.


Llevaba mucho tiempo queriendo hacer una fotografía de este cartel. Ya muy degradado por el paso del tiempo y la desidia pone 'telégrafos'... ¡Telégrafos! ¿Díganme que no es entrañable?


Cuando los coches y las motos se arreglaban remangándose hasta arriba y no con telemetrías/aplicaciones electrónicas tenían su razón de ser pequeños talleres como éste de aquí arriba.


Neones tope chulos para atraer a los huéspedes. Un clásico de la publicidad alcalaína que pasa totalmente desapercibido si uno no levanta la vista del suelo.


No, no es parte del decorado de la serie de televisión 'Cuéntame Cómo Pasó' pero podría serlo perfectamente. Aunque ahora que lo pienso, creo llegaron a grabar exteriores por el barrio de La Rinconada, así que no te digo yo que no.


Uno de mis favoritos. Días largos y brillantes de agosto, pipaschiclescaramelos, amigos...  Y cine de verano.

¡Seguiremos rescatando estas piezas del pasado para disfrutarlas en el futuro!

sábado, 22 de abril de 2017

Una Alcalá de Henares que se desvanece II:

Carteles, letreros, callejeros... Todos ellos son testigos del paso del tiempo. Muestran grietas, desconches y pintura descolorida pero también muestran un pasado en que las cosas se hacían con calma, dedicación y a mano. No había metracrilato sino madera, impresión láser sino pulso firme, no se hacían a miles por encargo sino que se hacían mano a mano y uno por uno. Sencillamente.

Quizás es nostalgia por el pasado o quizás otra cosa. Lo que tengo claro es que estos elementos, supervivientes de una modernidad ciega que lo fagocita todo sin pensar en la importancia del ayer, deberían pervivir con la ley en la mano y sin miedo a desaparecer en nuestras calles de la misma manera que lo hacen esculturas y monumentos. Ejemplos y enseñanzas que no cuesta nada respetar, mantener y que siempre suman a favor de nuestro bagaje cultural como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.




He aquí un antiguo taller de coches que lleva haciendo esquina entre Avenida de Guadalajara y la calle Divino Vallés desde hace décadas. Una cartel de 'Se Vende' amenaza en su fachada. ¿Qué será será dentro de nada?


Nadie en Alcalá sabe nada de esta plaza. Oculta por la Capilla del Oidor y la Plaza de Cervantes, su indicación luce discreta a la sombra de los arbolitos. PD: Como bien pueden observar, Alcalá de Henares no sería lo que es sin esas marañas de cables colgando en todos lados.

De toda la vida haciendo caso al letrero. Sí. Éste se halla en el antiguo Cuartel de Lepanto, futuro (inminente) Conjunto Residencial Universitario de Alcalá de Henares.

Cuando los rótulos tenían ese sabor a artesanía. Situado en el casco antiguo de la ciudad. Por Trinitarios más o menos lo podréis ver.

Una de las tiendas de moda de mujer más clásicas de la ciudad. Ha cerrado recientemente para convertirse en una tienda de colchones, camas, muebles y todo tipo de accesorios para el descanso. Aunque todos los paisanos seguirán diciendo "en la esquina del real".


Próximamente más.

lunes, 10 de abril de 2017

Una De Esas Joyitas - 'Street Hassle' de Lou Reed:


Estamos delante de un disco cuya portada no augura nada pero que nada bueno y cuyo contenido suena como al día después de un fiestorro de padre y muy señor mío, a gloriosa resaca y nostalgia por los días de oro que ya se esfumaron para siempre, a magnificencia callejera, a sordidez de esa que da como un morbillo raro, a malas buenas compañías, a chulería que rompe reglas y tabúes, a terquedad rockera y también, cómo no, a un poquito de levedad... 

Y es que, no olviden, estamos hablando de Lou Reed.

martes, 4 de abril de 2017

'A Sol Abierto' de The Iluminados:

Hay artistas y grupos para los que continuar su andadura discográfica y publicar el tercer trabajo se acaba convirtiendo en algo así como la Gran Ballena Blanca para el Capitán Ahab, una piedrecitadenada para Sísifo o un control de balón para Thomas Gravesen. Es decir: En un reto vital, una tortura sin fin y un espectáculo lamentable.

Y es que los más viejos del lugar hablan de la maldición del tercer álbum. Por aquí sabíamos de la dificultad del debut y del desafío del segundo disco, pero no me sonaba que hubiera nada de nada sobre el tercer trabajo. Teóricamente y para no extendernos más de lo debido, la estructura de esta maldición es la siguiente: El primer trabajo es con el que entras en la escena y te das a conocer. El segundo es el que te garantiza tu lugar en la escena, con el que consigues tu propio sonido y hasta adquieres reputación. El tercero lo haces ya a nivel profesional, con todos los medios posibles y la cosa parece serte de lo más propicia, que Beyoncé te va a hacer unos featurings y que lo vas a petar en el mundo mundial peeeero el destino no lo quiere así. Es entonces cuando te entran las prisas y te da o por repetir fórmula o por reformar de arriba abajo tu estilo. Todo en vano: Ya no funciona ni una cosa ni otra. El resultado final no es lo deseado, la crítica te zarandea, el público gira la cabeza hacia otra parte, las ventas son más que paupérrimas… Lo llevas chungo.
 
¿Estoy queriendo decir que es este el caso de nuestro querido César Ruíz Nodar y sus The Iluminados? Pues evidentemente no. Por un lado porque para estos muchachotes lo de crear, meterse al estudio y subirse al escenario es todo un placer, no una crucifixión artística; y por otro porque su carrera discográfica es como la buena comida casera: Cocinada a fuego muy suavito, con productos de calidad y servida en la mesa con mimo. 

Pero vamos ya a lo que hemos venido, que es a hablar de ‘A Sol Abierto’. El disco 3en1: El tercer trabajo discográfico de César que está a puntito de salir a la venta, la confirmación de The Iluminados como un superproyecto más que necesario en nuestra escena musical y la más que esperada continuación de aquél ‘Un Palo Y Un Clavo’ que tanto nos sorprendió hace ya un par de años. Al darle al play nos encontramos nuevamente frente a un catálogo de paisajes sonoros ‘Made In USA vs Aquí’ donde cada canción resulta ser una escena compuesta, fotografiada y montada por César y sus chicos de forma única. 


Para empezar y como ejemplo perfecto de lo dicho anteriormente tenemos “Agua Del Torote”, temita que abre el disco y en el que podemos ver infinitos detalles de Country, de ritmos cuasidiscotequerosymachacones (esa referencia a Donna Summer de dos rombos se las trae), de guitarrazos a lo ZZ Top courtesy of Erik La Chapelle,… Y todo con unas letras que sirven de oda ¿o más bien parodia? a uno de los cursos fluviales de nuestra ciudad: El muy injustamente olvidado y maltratado río Torote.

“Correos” suena a ensoñación Western y a Thriller del bueno. Sería como la ficticia banda sonora para una película de los Hermanos Coen que remezclara ‘Fargo’ y ‘No Es País Para Viejos’. Un porche de madera con la pintura descascarillada, el crujir de una mecedora vacía, una mosquitera rota, botellas de whisky por el suelo y una sombra deslizándose al interior de la casa… ¡Yo es que lo estoy viendo!

El tercer (sin maldiciones de por medio) corte del LP se titula “Yo Sé Quién Soy” y se trata a mi parecer de una de las composiciones más sólidas de todo el álbum. Va in crescendo, haciéndose grande y contundente segundo a segundo gracias al sólido trabajo de la banda y a la tremenda voz de Pedro Gallego. Perfecta para pillar la autocaravana y recorrer sendas, veredas y caminitos cantando el “¡…y tú nooo!” a grito pelado. Del Gurugú a Yosemite del tirón. Y vuelta a empezar. Por ejemplo.


 Y llegamos a "A Sol Abierto", que es la cancioncita que da nombre al disco o al revés. La heredera legítima de “Georgia Nunca Ha Estado On My Mind” que nos recuerda dos cosas: Por un lado, el triste pasado y la infausta historia sobre la que se forjó la música americana; y por otro, aquellos supuestos y deliciosos rifirrafes entre Lynyrd Skynyrd y Neil Young. El ritmo perezoso, la armónica de Antonio García y las guitarras hacen que se sienta hasta el perezoso calor de los campos de trabajo del Sur.

Del verano, el pueblo y la tradición. De nuestras miserias y nuestras grandezas. De nuestra historia. De todo eso y mucho más trata una canción que el bueno de César se atreve a titular simple y llanamente “La Morcilla”. ¡Olé por él! Y es que no podría ser más acertado el símil. La letra es bella como una mañana de agosto y dolorosa como las marcas que surcan, configuran y a veces lastran nuestro pasado… Ya me diréis qué os parece.

La instrumental “Lluvia, Vapor Y Velocidad” nos presenta una naturaleza severa, agreste… Avasalladora. Una naturaleza en sí misma perfecta, horizontal e inmutable que en el siglo XIX acabó siendo pasto de esos cabestros que se hacen llamar hombres. La genial y cinemática instrumentación (las guitarras de César , los vientos de Arturo Pueyo y los efectos sonoros) nos transmite un paisaje inicial similar al del original “Labritja” aunque ahora truncado para siempre por imponentes columnas de humo negro, kilómetros y kilómetros de hierro gris y veloces máquinas alimentadas por carbón… Todo eso en dos  minutos y poco de canción. La música como alimento de la imaginación, amigos.

“El Dólar Dorado” nos acerca a sonoridades áridas que me recuerdan a QOTSA (ritmazo el creado por José D. Blanco y Nacho López). Un relato de malas miradas en un bar de carretera y trifulca, de curtimientos de lomos con tacos de billar, cuellos de botella empleados como bardeos, ventanales hechos añicos y a fuga en Harley.

Con “Hilarito” The Iluminados se disfrazan de Punks Rockabillies o algo así con una trama que versa de bandoleros, afeites y algo de Complejo de Edipo. No os estoy vacilando. De veras que no.

“No Te Atreves A Ser Guapa” empieza solemne como un canto de trabajo y se transforma con esos tecladitos de Sergio Molina en un temita Pop de festivos aires sesenteros. La temática podría ser también la de una de las pelis de vaqueros de Telemadrid. Me estoy imaginando hasta el título: ‘La Flor Del Desierto’, una joven (Marta de Taiacore) vive sola en un marchito y polvoriento pueblo. Su vida se encuentra en un cruce de caminos: O la soledad de la casa para la que trabaja como lavandera o las malas compañías que abundan en el saloon. Afortunadamente, en el baile cruzó mirada con el hijo del barbero (que a su vez tiene líos con los muchachos del pueblo) y no tienen más remedio que fugarse juntitos en busca de un futuro mejor. Mi padre la vería en el sofá medio sobao medio entusiasmado. Fijo.

“Licor De Elsa” cierra el disco. Una canción de cinco minutos en las que no hallarás ni descanso ni tregua sino una delicada y esmerada selección de palabras (higuera, prado, aire siempre me han resultado unas palabras llenas significado y de vida), una letra que posee más de de una interpretación o lectura (algo que caracteriza a esta gente) y una estructura que te deja sin aliento. Imposible pedir más.

¡Y chimpón!. Estas han sido mis revelaciones, sensaciones y pálpitos sobre 'A Sol Abierto'. No me queda nada más que decir. Simplemente desear que este tercer escalón sirva para llevar a The Iluminados a un nivel superior más pronto que tarde, que los veamos  rodando muchomuchísimo de escenario en escenario y que ustedes los escuchen con la atención que bien se merecen. 
¡Iluminados los quiere el Señor!